miércoles, 1 de julio de 2015

SEMANA 21

SEMANA # 21
JUNIO 30 - JULIO 3

ACTIVIDADES DE RECUPERACIÓN -

GRADO 8°

LA INFLUENCIA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA EN AMÉRICA 
LATINA
En el proceso que condujo a la independencia de la América española la 
revolución francesa tuvo una gran importancia, junto con el movimiento de 
independencia de los Estados Unidos y la invasión napoleónica en España y 
Portugal. En este proceso se destacan las ideas heredadas de la ilustración y, 
sobre todo, la doctrina de la soberanía del pueblo, opuesta a la tradición que 
concentraba la soberanía en el rey, como base teórica en que se apoyó la 
independencia. Los hechos, sin embargo, deben ser matizados.
En primer lugar, aunque entre las gentes educadas de la América Hispana y 
Portuguesa hubo mucha afición por la lectura, supliendo los libros la falta de 
universidades, y que circulaban por estos suelos, en los siglos XVII y XIX muchos 
libros de orientación moderna, la clase culta era una pequeña minoría y la 
educación controlada por la Iglesia. En segundo lugar, el hábito democrático que 
brotó en Francia era una expresión política de una clase en ascenso que, en su 
lucha por controlar el despotismo de la Corona y eliminar los privilegios, buscó 
crear una comunidad apoyada en el consenso. Convertida esta comunidad en 
sujeto político, tornase soberana e impuso un control sobre el Ejecutivo en un 
territorio identificado por una misma cultura (de allí la idea de nación), lo que 
supone la aceptación de un gobierno libremente consentido. En otras palabras, la. 
concepción política de la revolución francesa se concretó en el Estado -Nación. 
La realidad en América Latina, que heredó un modelo de Estado en una sociedad 
muy distinta a la sociedad europea es diferente. El orden social que se estableció 
en España y sus posesiones fue el de una aristocracia latifundista, unida a la 
Corona y a la Iglesia. En la comunidad hispana no se desarrolló la burguesía, no 
existió la Reforma Protestante y la influencia ideológica de la Ilustración fue débil. Asimismo, la pirámide social estuvo compuesta por un sistema de castas cuya 
reglamentación fue complicada y a menudo incongruente, sujeto a continuas 
modificaciones. Según el investigador argentino Ángel Rosenblat, ''las castas 
coloniales fueron resultado del mestizaje pero, al persistir, el proceso mismo del 
mestizaje tendió a la disolución de las castas". En este contexto, marcado por la 
desarticulación social, las doctrinas igualitarias del siglo XVIII y de la revolución 
francesa, al igual que el discurso republicano, permitieron la integración del 
mestizo, marginado por la colonia, al nuevo orden. Esta integración generó el 
sentimiento, imaginario, pero no por ello menos importante, de pertenecer a una 
misma nación.
Sin embargo, lo nuevo después de 1776 y sobre todo después de 1789 no son las 
ideas, es la existencia de una América republicana y de una Francia 
revolucionaria. El curso de los hechos a partir de entonces hizo que esa novedad 
interesara cada vez más de cerca a Latinoamérica. En efecto, colocó a Portugal 
en una difícil neutralidad y convirtió a España, a partir de 1795, en aliada de la 
Francia revolucionaria y napoleónica. En estas condiciones aún los más fíeles 
servidores de la Corona no podían dejar de imaginar la posibilidad de que también 
esa Corona, como otras, desapareciera. En la América Española, en particular, la 
crisis de independencia fue el desenlace de una degradación del poder español 
que, comenzada hacia 1795, se hizo cada vez más rápida. 
Las revoluciones que se dieron, al comienzo sin violencia, tenían por centro el 
Cabildo, esa institución que representaba escasamente las poblaciones urbanas y 
tenía, por lo menos, la ventaja de no ser delegada de la autoridad central en su 
derrumbe.
Fueron los cabildos abiertos los que establecieron las juntas de gobierno que 
reemplazaran a los gobernantes designados desde la metrópoli.
En efecto, la Corona era el vínculo que unificaba a las extensas posesiones 
españolas y la religión católica proporcionaba el sustrato filosófico del Imperio. El 
ataque ideológico de la revolución francesa contra la Corona y la Iglesia destruyó 
los cimientos en los cuales se basaba el Imperio Español a fines del siglo XVII y 
principios del XIX. De ahí el desarrollo de movimientos regionalistas en España y 
la balkanización de América. Si el fundamento del poder pasaba a la "nación", 
elementos como la lengua u otros factores culturales podían ser elementos del 
"nacionalismo", y así ocurrió en Cataluña y el país Vasco. En el caso de las 
colonias de España, la combinación simultánea de las consecuencias de las 
revoluciones industrial y francesa fue una mezcla explosiva.Carentes del valor simbólico de la Corona, como vínculo integrador, los virreinatos 
se desintegraron en 18 países, con escasa población y con grados de debilidad 
tales que no sólo perdieron territorios frente a Estados Unidos, Gran Bretaña y 
Brasil, sino que llegaron a situaciones de marcada dependencia política y 
económica frente a las principales potencias de habla inglesa: Inglaterra y Estados 
Unidos.
El caso brasileño es original. Cuando Napoleón invadió a Portugal, la flota 
británica trasladó la familia real de Lisboa a Río de Janeiro y, durante un tiempo, la 
capital del imperio lusitano estuvo en la ciudad brasileña. Terminadas las guerras 
napoleónicas, el rey retornó a su patria, pero su hijo Don Pedro quedó en Brasil y 
posteriormente lo independizó de la metrópoli estableciendo un imperio bajo la 
Corona de Braganza, que duró hasta 1889. Como consecuencia, Brasil mantuvo 
su unidad bajo un proceso de integración nacional gracias a la Corona. Se 
robusteció, por ende, la administración del Estado, se forjó una diplomacia 
profesional y el nuevo país independiente mantuvo las líneas de expansión 
geográfica heredadas de la colonia.
En Hispanoamérica, terminada la guerra de independencia se esperaba que 
surgiera un nuevo orden cuyos rasgos esenciales habían sido previstos desde el 
comienzo de la lucha por la independencia. Pero éste demoraba en nacer: el 
nuevo orden no lograba penetrar en los esquemas ideológicos vigentes, si bien los 
cambios ocurridos eran impresionantes: no hubo sector que saliera ileso de la 
revolución. Las élites urbanas, en particular, se vieron privadas de una parte de su 
riqueza y se vieron involucradas en una decadencia irremediable. Un proceso 
análogo se dio en la Iglesia. La colonial estaba muy vinculada a la Corona, los 
nuevos dirigentes eclesiásticos fueron a menudo apasionados patriotas y 
contribuyeron a la causa con bienes eclesiásticos. Así, la Iglesia se empobreció y 
se subordinó al poder público. Sólo en algunas zonas (México, Guatemala, Nueva 
Granada, Sierra Ecuatoriana) el cambio fue limitado y compensado por el 
mantenimiento de un prestigio popular.
Hubo, entonces, cambios importantes y la más visible de las novedades fue la 
violencia: la movilización militar implicó una previa movilización política que se hizo 
en condiciones demasiado angustiosas para disciplinar rigurosamente a los que 
convocó a la lucha. Las guerras de independencia fueron un complejo haz de 
guerras en las que hallaron expresión, tensiones raciales, regionales y grupales 
demasiado tiempo reprimidas. Concluida la guerra, fue necesario difundir las 
armas por todas partes para mantener un orden interno tolerable. De esta manera, 
la militarización sobrevivió a la lucha aunque fue un remedio a la vez costoso e 
inseguro. Las nuevas repúblicas pasaron a depender cada vez más del exigente 
apoyo militar y a gastar más de lo que sus recursos permitían.El rechazo ideológico a la Corona y la ausencia de una burguesía que posibilitara 
un sistema político basado en la "nación" llevaron a los países hispanoamericanos 
a la anarquía, a la carencia de fundamentos claros de legitimación del sistema 
político, y a la emergencia de caudillos y dictadores militares como medios de 
establecer gobiernos que, al menos, tuvieran un mínimo control sobre el territorio 
del país. Todavía en nuestros días existe un divorcio entre los fundamentos de la 
legitimación del poder y la forma en que se ejerce. Es así como mientras la casi 
totalidad de las Constituciones de Hispanoamérica consagran a la democracia, en 
la práctica se actúa mediante métodos autoritarios, ya sea por civiles o militares, 
en la mayor parte de los países. En muchos casos, se gobierna largos períodos 
mediante "estado de sitio" o de "excepción" que implica que el gobierno posee 
poderes casi dictatoriales, otorgados por el legislativo, de acuerdo con la 
Constitución. Es, en el fondo, un reconocimiento de la precariedad de la 
fundamentación ideológica del sistema que, en muchos casos, no guarda relación 
con la realidad social.



ACTIVIDAD:

LENGUA CASTELLANA (Docente: Lucero Restrepo)


1. Extrae del texto 10 palabras y elabora con cada una de ellas oraciones 

tanto en español como en inglés.

2. Escribe un cuento corto inventado por ti y relacionarlo con el tema de la lectura. Ten en cuenta  partes y elementos de un cuento.


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